miércoles, abril 19, 2006

Una de borrachos


Nota: Este cuento es real


UNA DE BORRACHOS [1]


Caminaban tres hombres, de edad más que madura, en una tarde casi lluviosa del mes de febrero del año 2000 (extraña tarde por cierto); entonces uno de ellos, con profunda convicción en su voz pasada a vino y en un inusual monólogo, se dirigió a sus casi ebrios colegas:

- Agradezcan, huevones, de verdad, agradezcan que todavía no encuentro a la mujer de mi vida, si no las huevas que me andaría cagando de frío con ustedes; estaría en mi casita, acostadito con pierna suave al lado. Agradezcan huevones.

(yo pensé: que bien, la esperanza es lo último que se pierde. Luego esbocé una sonrisa y apuré el paso).

[1] Del proyecto “Paisajes”, que pretende recoger instantáneas de la vida urbana.

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Requiem por Hans Pozo V.



Por esas extrañas circunstancias de la vida, el caso de Hans Pozo Vergara, a quien se ha dado en llamar como "el descuartizado" (olvidando que dentro de los Derechos de cada persona está el tener un nombre y apellido) me ha tocado particularmente, debido a que mi pareja fue terapeuta de él cuando era más joven, lo que me permitió conocer su entorno y momentos importantes de su vida, Por lo de su alevoso asesinato es que estos días no han sido fáciles para nosotros...

Producto de lo anterior nació el trabajo que entrego a continuación...


desperdigado en la ciudad,
trozo a trozo,
entre el caminar de los transeúntes,
clamando desde el silencio,
nos reuniste a los viajeros de la vida
y a los que ya estaban en la tuya,
hiciste renacer nuestros abrazos,
nuestros ires y venires
y aclaraste las encontradas ideas
respecto a la vida y la muerte

qué importan ahora los titulares mañaneros
y el invierno que se avecina
y el atardecer tornasolado de algunos días
y la mano pidiendo limosnas
y el éxito macroeconómico
y las fogatas nocturnas
y las relaciones internacionales,
si nada te volverá a reunir
con los tuyos
ni contigo mismo

qué importan hoy los ayeres
ni las figuras que se recortan sobre el asfalto,
si ya no estarás ni estaremos;
es verdad entonces que la vida nos cercena
día a día, pero esta vez fue demasiado,
de verdad que esta vez al destino
se le pasó la mano,
de verdad que la realidad es cruda
y contigo comprobamos que el resultado
de la miseria humana tiene nombre y rostro

hoy ya sólo importan (para los menos)
los vía crucis engendrados
a partir de tu infinita ausencia,
hoy ya sólo importan
(para los que te conocieron)
las extendidas manos solidarias
que te dieron socorro y abrigo
cuando el mundo te los negaba,
hoy la única esperanza
es que algún día sepamos la verdad

sábado, abril 08, 2006

Un cuento (José G. en citroneta)



JOSÉ G. EN CITRONETA[1]

La luz verde le dio el paso en la esquina de las calles Maipú y Alameda, en el sector Estación Central de Santiago de Chile, el intermitente indicaba su viraje hacia la derecha.

Mucho tiempo, 15 años quizás, había pasado antes de volver a circular por aquellas calles, hoy debía hacerlo puesto que concurría a una reunión en el sector poniente de la ciudad.

Metió la marcha y la citroneta, modelo antiguo, sin cenicero, ganó terreno por la calle Maipú.

Entonces José G. Se vio nuevamente niño, corriendo por la vereda hacia su casa, la que decía en la puerta “casa particular” (era una de las pocas casas particulares de verdad en aquella cuadra), tenía el número 27. Desde niño recibió bromas por vivir en aquella calle de sexo, licor y cigarrillos..

Volvió a ver a María –“la María” recordaba que le decían todos-, esa joven prostituta que una vez le dijo que lo iba a hacer hombre e insistió hasta que lo hizo conocer el cuerpo desnudo de una mujer, en una tarde lluviosa, y que luego de desnudarlo lo invitó a entrar en su cama y él, asustado, la barbilla le tiritaba sin poder controlarla, se metió entre las sábanas y cuando ella le acercó su boca, cerró los ojos de puro miedo; después sintió que algo se rompía y que ese algo era acompañado por un hilo de sangre que brotaba desde su entrepierna, así mismo recordaba que no se orinó de pura vergüenza. Qué será de ella, se preguntó.

Vio, nuevamente, salir a su madre a la puerta de su casa, mientras él corría al encuentro de su padre que volvía del trabajo, ¿qué habrá pasado con él también?. De su casa lo habían sacado unos hombres vestidos de negro, desde ese día no volvió nunca más al hogar; en realidad nadie supo nunca más dónde estaba. Su foto la había visto años atrás, por casualidad, en un afiche que decía (con letras negras) “¿Dónde Están?”, recién entonces se había enterado que su padre era militante del mismo partido de izquierda del cual hoy él era dirigente.

Hasta la pérdida de su padre habían llegado esos sueños de niño, de pasar en estatura a sus padres; sueño que de una u otra manera casi todos hemos tenido.

Producto de la situación ocurrida con su progenitor debieron salir, con su madre, del país. Ella murió en el exilio.

La citroneta ganaba terreno suavemente.

Volvió a verse niño, robando billeteras, corriendo entre prostitutas, hombres borrachos y vehículos, mientras su madre le llamaba a gritos, amenazándole con los castigos del cielo o del infierno si no regresaba de inmediato a casa.

También vio a Alfredo, quien era unos cuatro años mayor que él. Siempre lo defendía en las peleas, y todo el mundo infantil le hacía ver que su amigo era algo extraño, mas José G. nunca creyó algo así, hasta el día en que cumplió sus 15 años, cuando su amigo le confesó que siempre le había atraído “pero que no lo tomara a mal”. Desde ese día no supo nunca más de su amigo; algunos dicen que hoy se encuentra hospitalizado ya que sufre de un mal incurable, pero nadie dice dónde se encuentra internado.

Mientras recordaba y pensaba en todo esto y deseaba que ojalá llegue pronto el día en que se remedien todos los males del mundo, maquinalmente prendió el intermitente izquierdo para salir a la calle Romero y ganar posteriormente la Avenida Matucana.

Nadie se percató que una mañana de domingo, de no importa qué mes del año 1990, volvió a pasar por lo que fue su barrio un hijo de detenido desaparecido chileno.



[1] Escrito en 1990 y publicado en el libro “Letras y poemas” del año 2002.

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lunes, abril 03, 2006

Tres poemas (un clavel rasguña..., bendito sea aquel..., se deslizan mis ojos...)



Los tres trabajos que están a continuación fueron escritos mucho tiempo antes de encontrar esta foto y fueron publicados en el Club de Lliteratura Erótica de Yahoo! (http://mx.groups.yahoo.com/group/literaturaerotica/message/1721) bajo el seudónimo de blues_obrero, con el título "Unos brotes de mi siembra"


- Uno -
un clavel rasguña
tu pezón,
tu cuerpo secreta aromas de cactus
y tus sombras caleidoscópicas
guían el camino hacia el confín del universo

las ratas
persiguen el camino
que indica tu dedo índice,
mientras el gato se emparenta con el canino

amanece por fin
y el paso de tu cuerpo por el mío
queda marcado a fuego
en las grietas de mi frente
(más amplia después de tu ataque)

esta tarde, al reencontrarse el sol con la luna,
volverán las espinas del rosal
a enterrarse en tus muslos
y mi cuerpo volverá a intentar
hacerte el mayor daño posible

mañana volveré a rescribir
aquello del clavel que rasguña tu pezón
y masticaré las hojas del frenético tabaco
consumido después de agotadas mis reservas
- Dos -

bendito sea aquel
que clavó por primera vez
su bandera
en lo más alto de tus pechos
y luego saboreó
el licor que manaba de tus poros...

bendito sea el que
voló por primera vez
desde tu ojo izquierdo
hacia tu ojo derecho
y luego profanó
tu virgen humanidad...

benditos sean todos
los que antes que yo
desabotonaron tus blusas
y te despojaron de las flores de las primaveras
de tu cuerpo
(también cuentan las hojas secas de tus otoños)...

bendecidos y maldecidos
deben andar todos por el mundo de
hoy, mientras seas bendita
tú hoy y mañana
(porque aún eres gusto de adultos
y mañana, con arrugas y menopausia, serás gusto de jóvenes)


- Tres -


se deslizan mis ojos
(ah!, cómo quisiera fueran
mis manos)
por tu espalda
y se posan en aquellas suaves
montañas
que coronan tus piernas

(mi mujer me mataría por estos y otros versos,
pensando en que fueron dirigidos a alguna en especial,
mas cómo me gustaría que entendiese
que lo mío es sólo el fluir de lo hormonal,
impreso en mi sangre
y en las siete letras
que conforman mi nombre y mis apellidos)

vuelvo a la carga
y penetro tu cuerpo
princesa, reina,
puta, rata imaginaria,
cactus en ciernes,
pezones envenenados,
sexo difuso y mil adjetivaciones más

domingo, abril 02, 2006

para cuando los años de la memoria...



para cuando los años de la memoria
copen los recuerdos del olvido;
para cuando tus secretos
no sean más que recuerdos
de un confesionario tornasolado
instalado en el centro del corazón
de un desgastado agente literario;
para cuando la inconsecuencia
deje de comer las migas
del pan nuestro de cada día;
para cuando la contradicción
sea develada como parte del secreto
que genera vida constantemente
y que está guardado al mejor postor...

para cuando las arrugas nublen la visión
y tenga que recurrir a unas manos amables
que además deberán lidiar con mis ojeras,
acto aquel que me permitirá
seguir recogiendo paisajes urbanos
a través de las ventanillas del microbús...

para cuando los poetas hagamos filas
ante el cuerpo de una musa
y bebamos descontrolados el néctar ácido y salobre
que mana desde las profundidades
de la diva de marras...

para cuando se den todas las condiciones
político-sociales
y podamos, por fin, tomar el poder por
asalto
y construir la utopía del hombre nuevo
con el semen de los poetas
y los óvulos de sus musas,
con el semen de los ahogados
y los óvulos períodos de las ostras,
con el semen del que lee
y los óvulos de la que escucha,
con el semen del que escucha
y los óvulos de la que lee,
con el semen del borracho
y los óvulos de la camarera
(que en esta lucha cabemos todos compañeros)...

para cuando nuestros sueños (los tuyos y los míos)
se abracen y continúen así por la vida,
brindando por mi proyecto inconcluso de paternidad,
borrachos y sedientos,
pariendo amaneceres, ovulando sueños,
arreglando el nido donde despertarán,
algún día, los mejores deseos para este y otros sueños

para cuando el deseo reemplace lo irremplazable
y el mundo muestre la rayo hecha con saña
en su pintura recién pintada...

para cuando digamos que todo vale
y nos juguemos el todo por el todo
y que de verdad todo valga...

para cuando tus abrazos,
tus besos,
tus pies en puntillas
para alcanzarme;
para cuando nos miremos y, sin palabras,
sepamos que aún queremos y creemos
en un mundo nuevo...

para cuando nos fijemos que
todos esos para cuando
son parte tuya y mía,
te lo juro, pequeña mía,
de verdad, y en ello empeño mi palabra,
te lo prometo (como quien dice fuerza
América Latina,
como quien alza su mano
para detener el paso
de una vida que nos niega
lo que amamos),
te lo juro y rejuro
que otro gallo nos cantará
(entonces los amaneceres tendrán
el color de tu pelo, de tus ojos, de tu todo entero ser;
para mientras juguemos a vivir)



febrero 2005

Estando presente me voy de viaje...



Estando presente me voy de viaje
por la cresta del mundo,
qué más puedo hacer
que pagar la soledad presente
(del verbo ser y estar)
con dejarte vagar a mi lado,
el viaje es consciente.

La música y mis palabras,
mis angustias, mi extrañarte y mis palabras,
mi hija, tu hijo y mis palabras,
mis sueños y mis palabras
y todo lo que olvido nombrar,
serán el equipaje que me acompañarán
en este viaje que comencé
hace ya tres noches.

Es el destino que lo hizo así,
te tengo pero no,
te tendré a mi lado
pero te ausentaste,
mas una flor recordará
que una noche nos prometimos
una vida juntos,
mientras las flores de hoy
se marchitan en la cocina
(olvidadas junto a una planta
que lleva el nombre
que el sentir me llevó
a colocarte una noche
que será parte importante
de una historia
que quedó guardada
en el baúl de los más hermosos
recuerdos),

El amor no se puede comprar,
por lo tanto menos pagar,
y la mujer que pudo haber sido
la última virgen de un pueblo
perdido en la memoria
se deja querer
como si nada
y no capta el aroma
de soledad que quedó en el aire
antes que el último almacenero
bajara la cortina
de un negocio que fue próspero
hasta que ya no tuvo a nadie
a quien vender sus historias
de hombres y mujeres que soñaban
con un mundo distinto
(de uno en uno partieron de viaje
por la cresta del mundo),
entonces él también partirá
a reunirse con el trozo de sombra
que perdió una noche de luna llena,
hace ya tantos años
que la memoria no alcanza
para recordar tanto...

Veo en la estación del tren de este viaje
los afiches del último desembarco,
en la tierra prometida,
de un poeta que creyó descubrir
el nuevo mundo,
sin darse cuenta (a propósito quizás)
que la vida no es más que la vida,
pero que con su inocencia (ja!)
creyó que esa era la última estación...

Suena el silbato de los cazadores de sueños
azuzando a sus perros
y el hombre lleno de colores
postergará su despertar a la realidad,
lo postergará mientras sueñe
que todo será distinto
(quizá al despertar se dé cuenta
que nunca hubo palabras,
ni música, ni angustias,
ni hijos, ni sueños,
ni todo lo que se olvidó
nombrar;
entonces, al abrir los ojos,
una mañana cualquiera,
se desvanecerá todo
y sólo estará la estatua de sal
de aquella mujer
que al volver la vista atrás
no fue capaz de girar su cuerpo
y volver al camino
que alguna vez se presentó a sus pies),
para entonces sólo habrá un poeta
esperando caer la última hoja
de este otoño
que pudo haber tenido olor y color de primaveras...

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