jueves, marzo 30, 2006

44 / 97 (a mi hija)




Mucho he hablado de mi hija, tanto en este espacio como en el quehacer cotidiano, por lo mismo quiero plasmar en este sitio este homenaje para ella...



44 / 97 [i]


Hija:
Quiero contarte de uno que hacia barquitos de papel y se unió con una que dibujaba casas de diferentes tipos (de esa unión nació una hermosa criatura); por lo de los barquitos y las casas parece que hubo problemas (los barcos no pueden entrar en las casas de tierra firme).

Tania:
Las calles corren endemoniadas hacia ninguna parte, alguien abre los grifos y pierdo mi sentido de orientación; las esquinas están llenas de alcohol y drogas; las cunetas siguen cubiertas de flor de tabaco (como en mi juventud) y las sombras siguen escondiéndose detrás del sol.

Abril:
Quise contarte la historia de un constructor, pero no sé si terminaré contándote cuentos de poetas y borrachos, entre vasos y cigarrillos; pero tengo claro que no siempre se hace lo que uno quiere, así es que si no te cuento la historia prometida, te la contaré otro día.

Carreño:
Pudo haber sido el nombre de un puente o de un río, pudo ser marca en la frente, pudo ser quién sabe cuántas cosas, pudo ser cualquier cosa, pero es el estigma que cayó sobre tu identidad (de verdad que no fue mi intención que fuese así), es la estrella de tu destino, el mito de las siete canas y la magia de la vida como bandera.

Bravo
porque eres la nueva vida engendrada por América, por tus decisiones a los dos años y medio de vida (un plantón a tu padre en un día de lluvia); bien por tu genio y tu belleza, por tu capacidad de asociar ideas, por tu naturaleza, por tu independencia, por tus carreras alocadas y por repetir hasta el cansancio lo que aprendes (hasta hacerlo parte de ti).

Bravo, por siempre, por tu presencia; por tus besos y tus cantos que harán historia, porque algún día serás inmensa y yo sólo seré nada más que una estrella en el firmamento. Una estrella de la cual casi no se hablará.

Carreño, beberás de la fuente inagotable de la vida, extraerás el polen de las flores y lo introducirás en el alambique del ser y estar; jugarás a ganar, no perdiendo en ello la ternura.

Abril: flores que caminan, luces que guiñan un ojo, postes silenciosos y firmemente erguidos, juegos de niña, años de esperanza y un mundo nunca antes descubierto.

Tania: selva enmarañada, ires y venires de la mano de un poeta medio loco, Pink Floyd en los malos y buenos momentos (algún día los escucharás), las carreras y el mal dormir de tu madre intentando satisfacer tus necesidades; los dientes apretados y las manos a la cara cuando no quieres que te vean llorar (o como decimos nosotros: “cuando te vas pa’dentro”).

Hija: buenas noches cada día; si me necesitas, búscame en la calidez de la gente humilde, en un vaso de vino o en un cigarrillo barato; pero no me busques en la sonrisa falsa ni en la mirada de reojo; búscame en el corazón del vivir, si me necesitas búscame, si no lo haces trataré de entenderlo.

Tania Abril Carreño Bravo, buenas noches todos y cada uno de tus días y de los que alcancen de los míos, por supuesto.

[i] Incluido en el proyecto “Los Dioses”, escrito entre los años 1980 al 1998. Este texto en particular, fue escrito en el año 1997.

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