Santiago en 700 palabras
- ¿A quién le presté el libro?
- Periplo de un ya no tan novel escritor
- Y la historia vuelve a repetirse...
- Murió la flor
- Inspiración
- Camarón que se duerme...
Ese domingo fuimos a la feria de libros y antigüedades de la Plaza de Armas, desde lejos yo novio le recomiendo leer un libro especial, que estaba exhibido en un lugar destacado... Romanticón le digo “¡amor, tú tienes que leer ese libro que esta allá!, es muy bueno, lo leí y te lo recomiendo”... Nos acercamos al puesto y pedimos a la vendedora que nos muestre el libro, al abrir la primera página apareció mi nombre... Era el libro que me faltaba en la biblioteca y, aunque hicimos lo posible, regresamos a casa con la tristeza de lo perdido.
Periplo de un ya no tan novel escritor
El ya no tan novel escritor parió sus cuentos seudo guerrilleros, seudo eróticos, medio inspirado y medio borracho y después de haber cerrado con dos vueltas de llave la sede del Partido.
El ya no tan novel escritor publicó sus cuentos seudo eróticos, seudo guerrilleros, en un periódico seudo liberal de comienzos de siglo.
Nadie en la ciudad sabía que su mejor “cuento” era aparentar seguir siendo consecuente...
Y la historia vuelve a repetirse...
Pero no sabe que detrás de cada palabra sus padres tendrán el recuerdo de ellos mismos haciendo exactamente lo mismo hace más de veinticinco años atrás.
Murió la Flor
Empezó jugando a las muñecas, pero las abandonó más temprano de lo que ella misma imaginó; dejó el colegio y comenzó a vender flores en el centro, cuando el negocio estaba flojo pedía monedas en las esquinas, Sus papás estaban metidos hasta el fondo en el consumo de la mugre que venden a quinientos pesos.
Luego vinieron las invitaciones a subir a algunos autos, también llegaron los cigarrillos y hoy las flores están secas (algunas sobre la cuneta, las otras se las llevó el viento provocado por los autos al pasar). De fondo suenan los bocinazos de la ciudad.
Inspiración
Compró una cerveza, la destapó, se sentó frente al computador... Un disco de Sabina de fondo... Miró la pantalla, luego el techo... Encendió un cigarrillo, miro la pantalla, luego el techo y luego el humo que salía de su boca, llenó el vaso y bebió hasta la mitad...
Recordó sus correrías juveniles, vinieron a su mente sus compañeros de ruta y buscó la inspiración y la buscó y la buscó (necesitaba el dinero del premio, pero más necesitaba saber que aún era capaz de esbozar un par de líneas a lo menos)...
No supo si lo soñó o lo vivió...
Camarón que se duerme...
Otro gallo cantaría si el joven que desapareció en las calles de Santiago hubiese nacido en cuna de oro...
Más vale pájaro en la mano que todas las palomas comiéndose el trigo del molino de la calle Balmaceda...
Como el hambre puede ser hombre cuando camina derecha, más de alguien le hizo empeño a las castañas en los lanzamientos de libros de la Plaza Mulato Gil...
Y Mapocho abajo “el caracol” no sacó los cachitos al sol, porque ese domingo por la mañana el horno no estaba para bollos y en la puerta del horno se quema el pan...
In Memorian
Nadie nunca supo cuál fue la hora del último día en que cruzó la última esquina, no se sabe cuáles fueron sus últimas palabras; pero de un tiempo a esta parte nos grita, desde los repartidos trozos de su cuerpo, la brusca realidad de los pasos que damos por las empolvadas calles de esta ciudad y sus gritos suben hasta más arriba de la virgen del cerro San Cristóbal y abarcan hasta más allá de los límites de la ciudad...
Hoy su tumba en el cementerio está llena de flores...
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