lunes, julio 26, 2010

COMO UN INMIGRANTE...


como un inmigrante
recorro estas atiborradas y sucias calles,
con vuestra mal parida ácida lluvia
cayendo sobre mi maltratado cabello,
con vuestras ajadas corbatas ahorcándome
y cubriéndome con esos grises colores
que usáis para disfrazar las suciedades
que portáis en el cuerpo y en el alma,
en especial en estos fríos días
en que estáis faltos de redención,
cariños y comprensión,
almohadas y mascotas cuentan también
(no hablaré de vuestras gélidas sombras)

como un inmigrante
que viene de una lejana galaxia,
silbando melodías-canciones
que vuestros oídos llenos de cerumen
no han escuchado nunca,
me paseo absolutamente desnudo
después que los botones de mi ropa
saltaran uno a uno más allá de vuestros ojos,
luego de veros en esa inconsistencia diaria
con que andáis de vagos proxenetas
por la ruta de la vida,
sin norte, extraviados del sur,
distantes de la verdadera realidad

soy el inmigrante
que escribe aquellas castigadas letras
que parecen palimpsestos ante vuestros
desvelados ojos (rodeados de arrugas
y cicatrices, castigados por los
constantes rayos del sol y la ausencia
importante de una parte de la capa de ozono),
orino tras las cruces de las cercenadas tumbas
que adornan aquellos cementerios
donde se encuentran vuestros antecesores
(tumbas acompañadas de secas flores,
depositadas en malolientes floreros,
hechos del más barato plástico)

ilegal inmigrante,
sin documentos y sin identidad cierta,
desayuno pan y leche en vuestras plazas,
disputo a las palomas el agua de las fuentes
y me tapo con cartones a la salida
de vuestros insalubres servicios de salud;
me sacáis de mi lugar en las filas
y me colocáis siempre al último,
cuando quieren me golpean vuestros
sucios y corruptos cuerpos de policía
(vestidos de verde, caqui o cualquier
color represivo que vuestras mentes ya conocieron)
y aún así sigo caminando hacia el nuevo día

inmigrante,
vivo día a día para el pesar de las mentes
que me tratan de aniquilar
en cada revuelta,
en cada manifiesto post moderno
donde la unidad de los pueblos oprimidos
(a menudo) no pasa de ser una consigna
pasada a llevar en la persona
de vuestras asesoras del hogar
y ramos afines del servicio humano;
daos cuenta que entre el papel y la consecuencia
hay tanta distancia como entre el hombre
y ese infinito ser que llamáis dios

inmigrante muero cada día
para renacer, cual ave fénix,
desde las cenizas de vuestros muertos,
en las salidas de las fábricas,
en los poemas trasnochados,
en las marchas por las causas justas,
en el gol que hace saltar de alegría a la popular,
en el carro de comida callejera,
en las caderas que hacen voltear la vista,
en el bailarín de los martes femeninos,
en la mujer que se encarga de vuestros críos,
en el que corta el pasto en vuestras casas,
en el que os amasa el pan de cada día

inmigrante voy y vuelvo,
conociendo a duras penas
vuestros lúgubres lugares de diversión,
de sol a sol encadenado y encerrado
por unas cuantas míseras monedas,
comiendo un duro y amargo pan,
bebiendo hasta el concho un vino barato,
soñando con que tod@s somos iguales
(lo que a fin de cuentas
es sólo uno de los sueños que heredamos
de una antigua y rebelde generación
que fue violentada y castrada
por el águila que vino del norte)

inmigrante
me paseo por vuestras calles
mientras me ahogan esos grises colores,
que usáis para esconderos
de la mediocridad
que está apostada en esas esquinas
en las que navegan, sin rumbo fijo,
cada una de vuestras desesperanzas;
soy inmigrante,
soy put@, soy negr@,
soy lesbiana, soy gay,
soy todo aquello que vuestras pulcras escobas
y vuestras religiones intentan barrer



martes, julio 06, 2010

EL PERRO COJO DE MI CALLE...


el perro cojo de mi calle
nunca correrá ladrando
tras las ruedas de los vehículos
de la mía o de otras calles;
tampoco andará con la lengua afuera
detrás de la mejor ni la peor
perrita del barrio
(esperará tranquilo
la que caiga a su rincón)

no hará nada en lo que reluzca

su ausencia de pata,
a lo más le ladrará al cartero
y enseñará sus dientes
al señor de la Cía del agua,
no hará nada,
pero se muere de ganas de hacerlo todo

no tiene pata de palo ni parche en el ojo,

pero sabe que
gracias a ese bendito accionar
del ser humano,
donde se intenta redimir aplicando la caridad,
él es el que mejor come en kilómetros a la redonda


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