viernes, marzo 31, 2006

Nunca es tarde...






nunca es tarde, dicen,
y me paseo desnudo
por la casa abandonada de tus sueños,
juego con la perra y la gota que nunca tuve
y alimento al canario que se comió el gato
(a mi hija tuvimos que inventarle
que salió de viaje,
mas nunca le dijimos que viajó como Jonas,
pero al interior del felino)

nunca es tarde, dicen,
y me masturbo
en tu honor
y en el honor de las que vendrán
y de las que tuve
y de las que nunca llegaré a poseer
y de las que se acostaron con mis amigos
y de las que murieron de muerte natural
y de las que murieron por olvido

nunca es tarde, dicen,
y el boulevard de los sueños rotos
se transformó en un
mall climatizado
y la princesa mimada
es drogadicta en la autopista
y los días son demasiado cortos
y las noches extremadamente largas
como para salir al encuentro de cualquiera

nunca es tarde, dicen,
y la puta
que te parió
y tu abuelita teniendo sexo mañanero
y tu hermana en bicicleta,
total nunca es tarde, dicen,
y lo dicen aquellos
que nunca estuvieron al borde de la cancha
como hinchada eterna

nunca es tarde, dicen,
y los poetas de gira alrededor de tu cuerpo
y los poetas a pan y agua,
porque los machos cabríos están de luto
y los economistas que no economizan
porque toman y comen como contratados
(como si alguna vez pagaran ellos)
y nunca es tarde -dicen-
y en esa nos jodimos todos

nunca es tarde, dicen,
y no me dejaron secar
la cruz
bautismal
de mi frente
ni sacar
el olor
a mirra
de mi ropa

jueves, marzo 30, 2006

44 / 97 (a mi hija)




Mucho he hablado de mi hija, tanto en este espacio como en el quehacer cotidiano, por lo mismo quiero plasmar en este sitio este homenaje para ella...



44 / 97 [i]


Hija:
Quiero contarte de uno que hacia barquitos de papel y se unió con una que dibujaba casas de diferentes tipos (de esa unión nació una hermosa criatura); por lo de los barquitos y las casas parece que hubo problemas (los barcos no pueden entrar en las casas de tierra firme).

Tania:
Las calles corren endemoniadas hacia ninguna parte, alguien abre los grifos y pierdo mi sentido de orientación; las esquinas están llenas de alcohol y drogas; las cunetas siguen cubiertas de flor de tabaco (como en mi juventud) y las sombras siguen escondiéndose detrás del sol.

Abril:
Quise contarte la historia de un constructor, pero no sé si terminaré contándote cuentos de poetas y borrachos, entre vasos y cigarrillos; pero tengo claro que no siempre se hace lo que uno quiere, así es que si no te cuento la historia prometida, te la contaré otro día.

Carreño:
Pudo haber sido el nombre de un puente o de un río, pudo ser marca en la frente, pudo ser quién sabe cuántas cosas, pudo ser cualquier cosa, pero es el estigma que cayó sobre tu identidad (de verdad que no fue mi intención que fuese así), es la estrella de tu destino, el mito de las siete canas y la magia de la vida como bandera.

Bravo
porque eres la nueva vida engendrada por América, por tus decisiones a los dos años y medio de vida (un plantón a tu padre en un día de lluvia); bien por tu genio y tu belleza, por tu capacidad de asociar ideas, por tu naturaleza, por tu independencia, por tus carreras alocadas y por repetir hasta el cansancio lo que aprendes (hasta hacerlo parte de ti).

Bravo, por siempre, por tu presencia; por tus besos y tus cantos que harán historia, porque algún día serás inmensa y yo sólo seré nada más que una estrella en el firmamento. Una estrella de la cual casi no se hablará.

Carreño, beberás de la fuente inagotable de la vida, extraerás el polen de las flores y lo introducirás en el alambique del ser y estar; jugarás a ganar, no perdiendo en ello la ternura.

Abril: flores que caminan, luces que guiñan un ojo, postes silenciosos y firmemente erguidos, juegos de niña, años de esperanza y un mundo nunca antes descubierto.

Tania: selva enmarañada, ires y venires de la mano de un poeta medio loco, Pink Floyd en los malos y buenos momentos (algún día los escucharás), las carreras y el mal dormir de tu madre intentando satisfacer tus necesidades; los dientes apretados y las manos a la cara cuando no quieres que te vean llorar (o como decimos nosotros: “cuando te vas pa’dentro”).

Hija: buenas noches cada día; si me necesitas, búscame en la calidez de la gente humilde, en un vaso de vino o en un cigarrillo barato; pero no me busques en la sonrisa falsa ni en la mirada de reojo; búscame en el corazón del vivir, si me necesitas búscame, si no lo haces trataré de entenderlo.

Tania Abril Carreño Bravo, buenas noches todos y cada uno de tus días y de los que alcancen de los míos, por supuesto.

[i] Incluido en el proyecto “Los Dioses”, escrito entre los años 1980 al 1998. Este texto en particular, fue escrito en el año 1997.

No tengo alma de mártir

En esta ocasión entrego un trabajo que refleja, de alguna forma, ciertos estados de ánimo (en algunos momentos de la realidad y la vida misma)

no tengo alma de mártir
no pienso morir en la hoguera,
no tengo la bendita supuesta
capacidad
de algunas sectas
en lo que se refiere al celibato;
pienso que la fidelidad y la cobardía,
los suspiros y las rabietas,
los celos y el desamor,
sí que son cuestiones que incumben
a los amantes
más que al resto de los mortales

no tengo alma de mártir,
ni aunque me pagaran me habría enfrentado a balazos
(solo)
contra tanques y aviones,
sí tengo claro lo que habría hecho
y eso lo saben mis más cercanos
(disculpen, pero para el resto pasó la vieja),
pero eso es harina de otro costal,
así es que no esperen
declaraciones político sociales
en lo que resta de estas líneas

no tengo alma de mártir,
pero cada noche me descuelgo
por el balcón de los sueños
y juego con el fuego
que me nace desde la profundidad
de mis entrañas,
hago barcos de papel
y me lanzo al abordaje
sin saber siquiera
si hay tierra o piso firme
al otro lado de la sinrazón
de la emocionalidad

no tengo alma de mártir
y soy el pirómano
que en los atardeceres rojos,
en el recodo del camino,
prendo fuego a las cartas de amor
que aún no son escritas
y juego a bailar
el auténtico vals de las noches estrelladas
y la luna en cuarto creciente,
lo juego a bailar con el atisbo de esquizofrenia
que me espera cada amanecer
a la vuelta de las esquinas

no podría tener alma de mártir
si a cada quinientos pasos
me desperdigo en mil pedazos
y me recojo lleno de sudores y temblores,
como si esto fuera poco
lloro con cada encuentro
y cada despedida,
sudo con el calor que en las mañanas
golpea mi ventana
a mediados de este invierno
que es tan frío
como los cuarenta que ya he visto pasar

imposible tener alma de mártir
cuando sientes que el partido de la vida
a veces se complica
y todos los refuerzos están agotados
y al minuto noventa no habrá alargue
y las cuentas de las Cías de consumo
te ahorcan con ambas manos
(y entonces aparecen los valores
inculcados por tus progenitores,
o sus sustitutos,
aparecen mezclados inconscientemente
con virtudes también ancestrales)

quién va a tener alma de mártir
en medio de esta selva enmarañada
en la que te despiertas
a diario,
pero por suerte quedan
las esperanzas
y alguna que otra humanidad
leal,
así las cosas
en una de esas
alguien levanta la mano
(en algunos casos la esperanza es infinita)

pero yo ¿alma de mártir?
ni a palos,
ya quemé casi todas la naves
y en el puerto sólo quedan
restos de mis naufragios
y payasos en marcha fúnebre
arrastrando cadenas
como quien arrastra la bolsa del pan
(como cuando se arrastraba
la bolsa del pan
¿te acuerdas de eso
y los chistes que hacíamos al respecto?)

mas, pese a todo, nunca verán
en los avisos clasificados, ofertándose al mejor postor,
las almas de mártir
que aún vagan por el universo
esperando aunar fuerzas
y una mañana cualquiera,
como un nuevo fantasma,
empezar a alimentar el tren
de la verdad,
no las verán tampoco
vagando en las cunetas
del largo camino por seguir

pero, para finalizar, que quede claro,
no tendré alma de mártir
pero tampoco es cosa de quedarse
sentado
mirando como las viejas tejen
tomando el sol
o como los maestros construyen
un futuro que nos es ajeno,
no tendré alma de mártir
pero siempre, siempre,
es tiempo de poder decir algo
y volver a empezar

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